Ese día recibí la mejor clase en Derecho
¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Cuando no nos defendemos perdemos la dignidad
María Teresa Jardí
“La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder. José de San Martín”
Como lo prometido es deuda, empiezo mi colaboración de hoy con el relato, enviado, yescrito entiendo, por quien firma como Rafa Garzo. Lo que me hace pensar que la enseñanza, del profesor de Derecho probablemente verídica, sumada a la realidad de la indignación conservada, por ahora, en una mayoría de españoles, debió darse en una Universidad de la Península Ibérica.
“... Una mañana, cuando nuestro nuevo profesor de Introducción al Derecho entró en la clase, lo primero que hizo fue preguntarle el nombre a un alumno que estaba sentado en la primera fila:
“- ¿Cómo te llamas?
“ Me llamo Juan, señor.
“¡Vete de mi clase y no quiero que vuelvas nunca más! - gritó el desagradable profesor.Juan estaba desconcertado. Cuando reaccionó se levantó torpemente, recogió sus cosasy salió de la clase. Todos estábamos asustados e indignados pero nadie dijo nada.
“Está bien. ¡Ahora sí! ¿Para qué sirven las leyes?... Seguíamos asustados pero poco a poco comenzamos a responder a su pregunta: ‘Para que haya un orden en nuestra sociedad’ ¡No! contestaba el profesor ´Para cumplirlas’ ‘¡No!’ Para que la gente mala pague por sus actos’ ‘¡¡No!!’ ‘¿Pero es que nadie sabrá responder esta pregunta?!... ‘Para que haya justicia’, dijo tímidamente una chica. ‘¡Por fin!’ Eso es... para que haya justicia. Y ahora ‘¿para qué sirve la justicia?’
“Todos empezábamos a estar molestos por esa actitud tan grosera. Sin embargo,seguíamos respondiendo: ‘Para salvaguardar los derechos humanos’ ‘Bien, ¿qué más?’,decía el profesor. ‘Para discriminar lo que está bien de lo que está mal’... Seguir... ‘Para premiar a quien hace el bien’.
“Ok, no está mal pero... respondan a esta pregunta ¿actué correctamente al expulsar de la clase a Juan? Todos nos quedamos callados, nadie respondía.
“— Quiero una respuesta decidida y unánime.
“¡¡No!!- dijimos todos a la vez.
“¿Podría decirse que cometí una injusticia?
“¡Sí!
“¿Por qué nadie hizo nada al respecto? ¿Para qué queremos leyes y reglas si nodisponemos de la valentía para llevarlas a la práctica? Cada uno de ustedes tiene la obligación de actuar cuando presencia una injusticia. Todos. ¡No vuelvan a quedarse callados nunca más! Vete a buscar a Juan —dijo mirándome fijamente.
“Aquel día recibí la lección más práctica de mi clase de Derecho. Cuando no defendemos nuestros derechos perdemos la dignidad, y la dignidad no se negocia...”.
Aquí se masacró la dignidad, de entrada, por los mismos canallas que hoy nos regresan a la creación de un Centro Nacional de Inteligencia decidido, asesorado y avalado por sus amos, que como cabeza del imperio gringo, se encuentran de rodillas, siervostambién que son, ante los dueños de los grandes capitales que han convertido en negocio personal al mundo con su naturaleza, sus humanos y los animales no humanos incluidos.
Se nos masacró la dignidad y hoy nadie atina a entender que la dignidad, como la ética,son los valores que justifican que el animal humano se alce con una conciencia,aparentemente no alcanzada por el resto de animales que habitan el planeta, aunque la inmensa mayoría de los restantes den ejemplo, un día sí y otro también, de bondad e incluso de la caridad que entre los humanos ha dejado de estar en uso. Humanos que irredentos nos mostramos también por cobardía ante la mafia que es minoría.
Por Esto!
Cuando no nos defendemos perdemos la dignidad
María Teresa Jardí
“La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder. José de San Martín”
Como lo prometido es deuda, empiezo mi colaboración de hoy con el relato, enviado, yescrito entiendo, por quien firma como Rafa Garzo. Lo que me hace pensar que la enseñanza, del profesor de Derecho probablemente verídica, sumada a la realidad de la indignación conservada, por ahora, en una mayoría de españoles, debió darse en una Universidad de la Península Ibérica.
“... Una mañana, cuando nuestro nuevo profesor de Introducción al Derecho entró en la clase, lo primero que hizo fue preguntarle el nombre a un alumno que estaba sentado en la primera fila:
“- ¿Cómo te llamas?
“ Me llamo Juan, señor.
“¡Vete de mi clase y no quiero que vuelvas nunca más! - gritó el desagradable profesor.Juan estaba desconcertado. Cuando reaccionó se levantó torpemente, recogió sus cosasy salió de la clase. Todos estábamos asustados e indignados pero nadie dijo nada.
“Está bien. ¡Ahora sí! ¿Para qué sirven las leyes?... Seguíamos asustados pero poco a poco comenzamos a responder a su pregunta: ‘Para que haya un orden en nuestra sociedad’ ¡No! contestaba el profesor ´Para cumplirlas’ ‘¡No!’ Para que la gente mala pague por sus actos’ ‘¡¡No!!’ ‘¿Pero es que nadie sabrá responder esta pregunta?!... ‘Para que haya justicia’, dijo tímidamente una chica. ‘¡Por fin!’ Eso es... para que haya justicia. Y ahora ‘¿para qué sirve la justicia?’
“Todos empezábamos a estar molestos por esa actitud tan grosera. Sin embargo,seguíamos respondiendo: ‘Para salvaguardar los derechos humanos’ ‘Bien, ¿qué más?’,decía el profesor. ‘Para discriminar lo que está bien de lo que está mal’... Seguir... ‘Para premiar a quien hace el bien’.
“Ok, no está mal pero... respondan a esta pregunta ¿actué correctamente al expulsar de la clase a Juan? Todos nos quedamos callados, nadie respondía.
“— Quiero una respuesta decidida y unánime.
“¡¡No!!- dijimos todos a la vez.
“¿Podría decirse que cometí una injusticia?
“¡Sí!
“¿Por qué nadie hizo nada al respecto? ¿Para qué queremos leyes y reglas si nodisponemos de la valentía para llevarlas a la práctica? Cada uno de ustedes tiene la obligación de actuar cuando presencia una injusticia. Todos. ¡No vuelvan a quedarse callados nunca más! Vete a buscar a Juan —dijo mirándome fijamente.
“Aquel día recibí la lección más práctica de mi clase de Derecho. Cuando no defendemos nuestros derechos perdemos la dignidad, y la dignidad no se negocia...”.
Aquí se masacró la dignidad, de entrada, por los mismos canallas que hoy nos regresan a la creación de un Centro Nacional de Inteligencia decidido, asesorado y avalado por sus amos, que como cabeza del imperio gringo, se encuentran de rodillas, siervostambién que son, ante los dueños de los grandes capitales que han convertido en negocio personal al mundo con su naturaleza, sus humanos y los animales no humanos incluidos.
Se nos masacró la dignidad y hoy nadie atina a entender que la dignidad, como la ética,son los valores que justifican que el animal humano se alce con una conciencia,aparentemente no alcanzada por el resto de animales que habitan el planeta, aunque la inmensa mayoría de los restantes den ejemplo, un día sí y otro también, de bondad e incluso de la caridad que entre los humanos ha dejado de estar en uso. Humanos que irredentos nos mostramos también por cobardía ante la mafia que es minoría.
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