martes, 19 de septiembre de 2017

México SA

De cúpulas y candidatos
Neoliberales vs populistas
Reformas y resultados
Carlos Fernández-Vega
L
os organismos cúpula del sector privado aseguran que aún no tienen candidato a la Presidencia de la República –tal vez les da pena decirlo en público–, pero el hecho es que cuando menos sí han dejado en claro quién, ni lejanamente, lo sería. Por ejemplo, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) dice estar abierto a todas las corrientes de pensamiento político de los eventuales aspirantes al hueso mayor, sin apoyar a uno en particular. Hasta allí, sólo es una mentirilla piadosa de la alta burocracia de la iniciativa privada.
Sin embargo, el presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), Manuel Herrera Vega, es más puntual, y por lo mismo se pronuncia contra discursos mesiánicos y llenos de mentira –el clásico engaña ciudadanos–; es decir, contra el populismo, por ser el camino que lleva a incrementar la pobreza y disminuir la inversión. Herrera Vega remató su brillante pieza oratoria: el camino viene por la ruta de la democracia y no por el autoritarismo, no con medidas económicas equivocadas que sólo traen beneficios de muy corto plazo. Precisamente el espejismo del populismo.
Bien, hasta donde se sabe en los últimos años todos los gobiernos latinoamericanos –salvo el de Brasil– han sido elegidos en urnas y los empresarios regionales avalado los procesos y sus resultados (en algunos casos, haiga sido como haiga sido), de tal suerte que la región decidió el camino por la ruta de la democracia (Herrera Vega,dixit) y no por el autoritarismo (ídem).
El problema comienza cuando el discurso empresarial se topa con la cruda realidad, pues denuncia que el populismo incrementa la pobreza y disminuye la inversión –como dice Herrera Vega–, cuando en los hechos esos dos factores se han incrementado y desplomado, respectivamente, en los gobiernos neoliberales; es decir, los totalmente opuestos al sistema que promueve los discursos mesiánicos y llenos de mentira, y, por si fuera poco, la fórmula mágica para engañar a la ciudadanía (por cierto se trata de una hipótesis similar a la de Enrique Peña Nieto, aquella que asegura que en 2018 México sólo tiene de dos sopas: seguir construyendo o elegir un modelo fracasado).
En el caso latinoamericano hay de dónde escoger (neoliberales, populistas, de medio cachete, entreguistas, campechanos, dulce, manteca, etcétera, etcétera) y los resultados concretos se pueden medir con base en el crecimiento económico (tasa anual promedio) registrado en la última década. Así, México –el non plus ultra del neoliberalismo– y Chile –el laboratorio madre del modelito– reportan una tasa anual promedio de 2 y 3.1 por ciento, respectivamente. En cambio, Bolivia registra 5 por ciento; Colombia, 3.6; Cuba, 2.2; Guatemala, 3.2; Argentina, 1.6; Brasil, 1.5; Perú, 4.9; Venezuela, -1.5; y Uruguay, 4.1. Es cuestión de escoger.
Pero en el caso mexicano la cúpula empresarial asegura no tener preferencias por un candidato en especial a la Presidencia de la República, pero es más que obvio a quien mantiene fuera de cualquier posibilidad. Cuando menos no son tan cínicos como los banqueros, quienes aseguran que con cualquiera se acomodan. Sí, cómo no.
Pues bien, las propias cifras oficiales (las de seis gobiernos neoliberales al hilo, a quienes se les puede acusar de absolutamente todo, menos de ser defensores del populismo) documentan lo resultón que ha sido el modelito en materia de generación de pobreza y desplome de la inversión; es decir, en lo que la cúpula empresarial achaca al populismo.
Lo anterior, porque del sexenio salinista al de Peña Nieto el inventario nacional de depauperados por ingreso se elevó de 38 a casi 64 millones, es decir, un muy neoliberal incremento de 66 por ciento en el periodo, con todo y que tanto en el gobierno como en la cúpula del sector privado no consideran populista al programa oficial de combate a la pobreza.
Y como indicador de refuerzo se puede incluir el índice de desarrollo humano (IDH, elaborado por el PNUD), medición que nada tiene de populista: en 1990 México ocupó el escalón número 38 en esta materia, con un índice de 0.876 (mientras más cercano a uno, mayor desarrollo); para 2016 había caído al peldaño 77 (con un índice de 0.762); esto es, un desplome de 39 posiciones en el periodo.
Y en materia de inversión (que el populismo la disminuye, según dice Herrera Vega), con base en las cifras oficiales, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (un organismo privado) aporta los siguientes elementos: “las reformas estructurales aplicadas desde los años 80 del siglo pasado no han logrado generar un cambio en la dinámica de inversión. Las cifras son contundentes: entre 1980 y 1989 la inversión pública disminuyó a la mitad en términos reales.
De acuerdo con el Inegi, entre 1993 y 2015 la variación de la inversión pública creció a una tasa promedio negativa de -0.1 por ciento. Hoy se invierte no sólo menos que en 1993, sino la mitad de lo que se realizaba en 1980”.
Los neoliberales (reformadores y modernizadores de absolutamente todo, esto es, la fórmula mágica que critican al populismo) a los mexicanos prometieron que con los cambios accederían al primer mundo y que su nivel de vida sería envidia de los noruegos. En los hechos, se mantienen en el tercer mundo y su bienestar resulta similar (el comparativo es del PNUD) al de los habitantes de la República Popular del Congo.
Por lo visto lo anterior no tiene registro en la cúpula empresarial ni en Los Pinos, porque su inquilino ayer se aventó la puntada de presumir que en su gobierno se ha hecho lo que nunca antes (léase más reformas y modernizaciones, es decir, lo que han hecho los cinco previos), pero olvidó mencionar que con los resultados de siempre (privatización de las ganancias y socialización de las pérdidas). Sería maravilloso que EPN presumiera que en sus cinco años de estancia en la residencia oficial, México escaló posiciones en desarrollo, abatió la pobreza, aumentó la inversión y mejoró el bienestar de los mexicanos.
Pero no. Ayer subrayó que “los mexicanos tenemos que creer que el mejor parque temático del mundo puede estar en nuestro país… el parque de diversiones Amikoo, en la Riviera Maya”. ¡Olé! (sin ánimo populista). Lo demás puede esperar.
Las rebanadas del pastel
El engrudo se les hace bolas a los negociadores mexicanos. La primera ronda del TLCAN (en Estados Unidos) fue positiva y el proceso no se tambalea; segunda ronda (en México) fue exitosa; tercera ronda (en Ottawa, 23-27 de septiembre),agárrese quien pueda.
Twitter: @cafevega

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