Fernando Buen Abad Domínguez*
E
l rumor es algo para lo que casi no hay remedio, dijo J. J. Rendón1. No hay muchos personajes del empresariado mediático que se vanaglorien, en público, por su historial con los peores episodios antidemocráticos. J. J. Rendón está asociado, directa o indirectamente con canalladas contra Venezuela, Cuba, Bolivia, Honduras, Paraguay, Argentina y los fraudes en México… No hay muchos personajes cuyo mayor mérito consista en ser cara visible de un negocio que opera cobijado por la
libre empresaque trabaja en secreto la munición manipuladora que se hará pública. Les encanta el terrorismo económico.
Acaso una de las obras de propaganda más
acabadasde J. J. Rendón sea él mismo. Con el truco de victimarse, se exhibe sufriendo ataques del
autoritarismo de izquierda. No sin toques de misticismo, se hace llamar
hombre exitoso, odiado y envidiado por su inteligencia y talento. Por eso, también, el 18 de mayo de 20162 recibió asilo político del gobierno de Estados Unidos. Así, desde Miami, se envuelve en su propio glamur de publicista
todopoderosopara encandilar a la mediocridad de sus clientes en el mercado de la estulticia.
Quizá lo más peligroso es la
naturalizaciónde la propaganda
sucia, su aceptación como parte de un
juego políticodonde, siendo todo
sucio, gana el peor de los peores y se convierte en modelo para todos y para todo. En el escenario del absurdo mediático se exhiben y multiplican, como figuras del jet set, las peores calamidades para los pueblos y, poco a poco, han ganado luz propia los personajes que operan en las zonas más oscuras de la manipulación masiva. Es decir el capitalismo.
Esto es un problema ético de importancia mayor y, a menos de que por omisión nos hagamos cómplices de cualquier canallada, es imperativo histórico mantener bien fresca la memoria sobre el hecho de que vivimos bajo la metralla cotidiana de una guerra mediática que tiene, hasta la fecha, por paladín a Joseph Goebbels y sucedáneos y donde aparecen (por mencionar algunas) evidencias como la
niña Frida-Sofía, las
armas de destrucción masiva, los
falsos positivosy todo tipo de
cortina de humopara esconder crímenes o desviar la atención. ¿Quién contrata a estos
genios?
J. J. Rendón pertenece al grupo de operadores de
mediosque se hacen llamar
asesoreso
estrategaspara vender sus
obras maestrasen el reino del rumor y el ataque a líderes sociales. Tienen siempre la salida fácil de negar toda denuncia bajo el eslogan de que actúan
legalmente. Su blindaje viene con el contrato de confidencialidad que firman y los alcances de sus
trabajosque desencadenan consecuencias muy diversas en el corto y el mediano plazo. Pero, salvo excepciones, los jefes suelen rechazar sus vínculos con tales
servicios.
El 8 de junio de 2013 el presidente Nicolás Maduro advirtió al pueblo venezolano que tiene un enemigo público y se llama J. J. Rendón, al cual catalogó como escoria humana. Está acusado de violencia de género y de conspirar contra su gobierno. Es un
empresarioconsentido del aparato de propaganda de Álvaro Uribe, desde donde ha producido truculencias a mansalva y montaje de
rumoresdictados por la moral mercenaria donde
todo valesi beneficia a la clase dominante. Ha trabajado con Juan Manuel Santos desde que éste fue ministro de Defensa. Luego ha sido asesor de cabecera de su campaña presidencial. Fue
estrategade Lobo en Honduras. La burguesía reconoce eso como
logroso éxitos empresariales.
Eso de la ética es para los filósofos, dice con desparpajo3.
No hay transparencia en su vida empresarial. Eso hace difícil rastrear los trabajos concretos que ha producido en contextos donde se acepta como
valor entendidoel juego sucio en la propaganda de derecha. El
paramilitarismomediático mercenario se encarga de borrar sus rastros y se encarga de hacerse
famacomo parte de su doble ventaja en el escenario actual: todo lo que le pagan incluye el pago oculto de hacerse famosos. Ganar-ganar, le llaman.
Esto no es Game of Thrones, donde la
ficcióndel espectáculo disculpa todo. Esto es la realidad cruda en la que el mercado de los asesores tiene costos políticos terribles para los pueblos. Y aunque apelen a la
libertad de expresiónempresarial, no hay argumento que valga donde se silencia la voluntad democrática de los pueblos y se la ensucia con canalladas
talentosasde
geniosmanipuladores. De eso tenemos plagado el planeta y de eso estamos hartos. Esto no es un rumor.
*Instituto de Cultura y Comunicación Macbride, UNLa (Argentina)
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